martes, 9 de noviembre de 2010

Pastusos, hijos del Galeras

San Juan de Pasto, noviembre de 2010

Pastusos, hijos del Galeras:

Aquí seguimos 200 años después, con hambre en los bolsillos y la memoria vacía. Los recuerdos se fueron con los años. La historia se la llevaron los héroes, los hijos de la patria que marcaron el camino de sangre. ¿Y aquí? Aquí dejaron el silencio, el miedo y nuestras cabezas ávidas de la otra cara de la historia.

Aquí mi gente carece de memoria. El día se lleva lo que sueñan en la noche y ésta a su paso asesina en la madrugada cada huella de la mañana. Mi gente no aprende de sus días porque camina a ciegas; con los ojos cerrados construye historias sin pasado, días sin referentes. Las mañanas pasan pálidas una y otra vez en el tiempo, mudas y sin rastros; no traen nada para contar porque nada les fue contado. Las tardes yacen bajo la sombra gris de una voz perdida, una voz olvidada en el tiempo que clama por sus palabras, que gime por sus historias y que llora la desolación y la melancolía de un pueblo amnésico.

La amnesia, hijos míos, es un mal de todos y pata todos: el grande, el feo, la bonita, la gorda, el menor o el mayor; no ha olvidado acariciar rostro alguno. Todos y cada uno de los hijos de esta verde tierra llevamos en nuestros ojos la mirada del olvido, y añoramos en nuestras lenguas las palabras que nos dejaron los abuelos, esas que se van perdiendo con el tiempo.


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